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Papa Francisco: Un aliado de los trabajadores y los sindicatos

‘No hay sindicato sin trabajadores y no hay trabajadores libres sin sindicato’, aseguraba el Sumo Pontífice en sus discursos en defensa al movimiento obrero y la fuerza del trabajo.

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El fallecimiento del Papa Francisco causó profundo dolor en las filas del sindicalismo argentino. Los trabajadores y los gremios nacionales encontraban en el Sumo Pontífice un aliado, un escudo protector y de acompañamiento en la pelea por la justicia social.

El Santo Padre Francisco mantuvo siempre abierto el diálogo con los sectores del movimiento obrero organizado y fueron varias los encuentros con dirigentes gremiales en el Vaticano. Siempre hubo interlocutores directos con el máximo representante de la Iglesia católica.

La CGT se reunió con el Papa Francisco: «Nos exhortó a defender la justicia social»

En septiembre del año pasado, una comitiva de la CGT visitó a Francisco en Roma, en un encuentro donde se fortaleció el vínculo entre la Iglesia y los trabajadores. En aquel cónclave, el mensaje del Papa hacia la máxima central obrera fue contundente: defender la unidad, defender el trabajo -que hace a la dignidad de la persona-, defender la justicia social y la igualdad de género y reivindicar el rol de las mujeres.

La defensa del movimiento sindical fue una constante en los discursos del Papa Francisco. En diciembre de 2022, durante en una audiencia con sindicalistas de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), ratificó su cercanía al mundo del trabajo con un fuerte afirmación.

«No hay sindicato sin trabajadores y no hay trabajadores libres sin sindicato. Vivimos en una época que, a pesar de los progresos tecnológicos —y a veces precisamente a causa de ese sistema perverso que se define tecnocracia (cfr. Laudato si’, 106-114)— ha decepcionado en parte las expectativas de justicia en ámbito de trabajo», recalcó Francisco.

Papa Francisco: «No hay trabajadores libres sin sindicato»

En la misma línea, pidió «volver a partir desde el valor del trabajo, como lugar de encuentro entre la vocación personal y la dimensión social». «Trabajar permite a la persona realizarse a sí misma, vivir la fraternidad, cultivar la amistad social y mejorar el mundo», concluyó.

Ante cinco mil delegados y delegadas del sindicato italiano, Francisco destacó la importancia del trabajo para tejer y construir democracia cuando este viene “de abajo”, de la realidad diaria que conecta personas con proyectos económicos y políticos.

El trabajo “es una experiencia primaria de ciudadanía, en la que se configura una comunidad de destino, fruto del compromiso y de los talentos de todos; esta comunidad es mucho más que la suma de las distintas profesiones, porque cada uno se reconoce en la relación con los demás y para los demás. Y así, en el tejido ordinario de conexiones entre las personas y los proyectos económicos y políticos, el tejido de la “democracia” cobra vida día a día. Es un tejido que no se hace en una mesa de algún edificio, sino con laboriosidad creativa en fábricas, talleres, empresas agrícolas, comerciales, artesanales, obras de construcción, administraciones públicas, escuelas, oficinas, etc. Viene “de abajo”, de la realidad”, ha aseverado.

Por eso, es tan importante la tarea del sindicato de enseñar el valor y el sentido del trabajo; de la formación; de la promoción de la fraternidad entre los trabajadores. Esta función esencial del sindicalismo, esta preocupación formativa, “no puede omitirse” ha señalado, pues es “la sal de una economía sana, capaz de hacer un mundo mejor”. De hecho, ha recordado que “los costos humanos son siempre también costos económicos y las disfunciones económicas siempre implican también costos humanos. Renunciar a invertir en las personas para obtener un mayor beneficio inmediato es un mal negocio para la sociedad” (Laudato si’, 128).

En otra oportunidad, en 2017 en una carta a los participantes en la Conferencia Internacional «De la Populorum Progressio a la Laudato si», Francisco dijo: «Los sindicatos y movimientos de trabajadores por vocación deben ser expertos en solidaridad. Pero para aportar al desarrollo solidario, les ruego se cuiden de tres tentaciones. La primera, la del individualismo colectivista, es decir, de proteger sólo los intereses de sus representados, ignorando al resto de los pobres, marginados y excluidos del sistema. Se necesita invertir en una solidaridad que trascienda las murallas de sus asociaciones, que proteja los derechos de los trabajadores, pero sobre todo de aquellos cuyos derechos ni siquiera son reconocidos».

«Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos).[35] Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados», pidió.