ANÁLISIS Y OPINIÓN
El primer septiembre oscuro: golpe de Estado a Yrigoyen
Por Emmanuel Bonforti*
En el ámbito de las efemérides del movimiento obrero septiembre siempre se asocia al golpe de Estado de 1955 contra el gobierno de Juan Domingo Perón. Sin embargo, el mes del inicio de la primavera guarda una fecha oscura para la clase trabajadora de las primeras décadas del siglo XX, estamos hablando del primer golpe de Estado a un gobierno democrático.
Yrigoyen y la política obrerista, derribando mitos
Generalmente se vincula la política obrera del gobierno de Yrigoyen con las tragedias de la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde. Donde el movimiento obrero conducido por un anarquismo en retirada sufrió un duro revés producto de una política represiva llevada a cabo por organizaciones paramilitares como la Liga Patriótica o por la institución militar que por entonces se encargaba de intervenir en los conflictos obreros.
En ese sentido y sin querer quitarle responsabilidades al primer gobierno democrático, Yrigoyen debió lidiar con instituciones asentadas, tradicionales y que escapaban a la lógica del control político. Por otro lado el caudillo radical gobernaba con un país de características semicoloniales donde la mayor parte de la estructura económica se encontraba en manos de Gran Bretaña. Con lo cual Yrigoyen en muchas oportunidades se encontró bastante limitado en su accionar condicionado por las instituciones del viejo orden conservador que eran las responsables de controlar el mundo del trabajo y el conflicto social en la Argentina.
Esta actitud ambigua despertó críticas por izquierda y derecha, Yrigoyen fue un neutralista en varios aspectos de la función pública, así en términos económicos se dedicó a democratizar la renta agraria, decisión que para la época fue de valentía. Este impulso encontraba rápidamente un límite a la hora de avanzar en una política de industrialización, decisión que el caudillo nunca tomó, en parte porque significaba comenzar a nacionalizar los principales resortes de la economía nacional, para tal decisión habrá que esperar hasta 1943.
Yrigoyen representaba el perfil de un ganadero medio lo cual significó un límite para el momento histórico del país. Ese límite no habrá que buscarlo en el propio Yrigoyen sino en la fuerza a la cual perteneció, el radicalismo, la cual expresaba los intereses de la pequeña burguesía urbana y rural seducidos por una prosa silenciosa y cautivante de carácter aspiracional.
En relación a algunos números de la política obrerista de Yrigoyen, podemos identificar siguiendo la obra de Jorge Abelardo Ramos que los salarios crecieron un 100%, que la jornada de trabajo pasó de diez a ocho horas, por primera vez se indeminizó a 200.000 trabajadores y la afiliación gremial pasó de 40.000 a 700.000 trabajadores.
Producto de la política neutralista y la no intervención en la Primera Guerra Mundial la industria comenzó a tener un impulso nunca visto, lo que motivó un pequeño proceso de industrialización por sustitución de importaciones que derivó en la creación de fuentes de trabajo y con esto el aumento de salarios. Al no poder sostener la expansión industrialista finalizando la Guerra la tendencia alcista se detiene, con ésta se produjo un aumento de la tasa de desocupación y reducción de salarios. Esto explicabaen parte las jornadas sangrientas a nivel gremial que manchan la última parte de gobierno de Yrigoyen.
El regreso del caudillo y el rápido golpe de la dictadura
A los 76 años Yrigoyen volvía a la presidencia, más anciano y desconfiado de sus viejos socios el gobierno comenzaba a ser una sucesión de errores forzados y no forzados.
De a poco el caudillo va perdiendo apoyos, entre ellos la Federación Universitaria, quien paradójicamente comenzaba a entablar lazos con la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial, la Cámara de Comercio, la Bolsa de Buenos Aires. Yrigoyen conseguía una organización de la oposición impensada, lograba unificar de derecha a izquierda a diferentes actores políticos y sufría el ataque en pinzas que padecen los movimientos nacionales cuando les toca gobernar,
Asistimos a un procedimiento clásico de golpe de Estado que se aplicó a los gobiernos nacionales y populares. Pronto el Partido Socialista ajeno a los intereses de los trabajadores ofició de fiscal endilgando diferentes hechos de corrupción al débil gobierno de Yrigoyen.
En ese armado destituyente los medios de comunicación afines al viejo régimen conservador también hicieron su trabajo, diarios como la Fronda desacreditaron a Yrigoyen con un poderoso titular “analfabeto de padre y madre” acudiendo al registro parroquial donde se había confeccionado la partida de nacimiento de Yrigoyen. El diario conservador sostenía “Analfabeto de padre y madre, pobrecito. Como no lo habíamos sospechado antes. Que magnifica genealogía para un jefe de república civilizada”
Yrigoyen cayó en manos de estos sectores que dieron el golpe de Estado, todo este proceso puede ser visto como un capítulo más del odio oligárquico, que no había comprendido el juego democrático electoral y apeló a una de las armas más eficientes durante el siglo XX, la interrupción de un gobierno democrático. Este procedimiento también tenía como destinatario a la clase obrera que durante los primeros años del gobierno dictatorial sufrió persecuciones, encarcelamientos y represión.
Con el golpe de Estado se acababa la primera experiencia de un gobierno democrático en el país, gobierno que tuvo sus luces y sombras con el movimiento obrero, pero que su ubicación histórica y su carácter popular lo posicionó de la vereda de enfrente de aquellos verdugos históricos de la clase obrera. Alguna vez Arturo Jauretche dijo; “Si enfrente está la Sociedad Rural, La Nación, el Jockey Club, ya sé dónde debo estar yo”. Un poco de esta ubicación histórica les cabe al movimiento obrero y al gobierno de Yrigoyen, de ahí sus puntos de encuentro.
*Columnista de Mundo Gremial. Docente de la materia Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Departamento de Planificación y Políticas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)